“Toda su vida en este mundo y todas sus aventuras solamente habían sido la portada y la hoja del título: ahora por fin estaba comenzando el Capítulo Uno de la Gran Historia que ninguna persona sobre la tierra jamás ha leído: que continúa para siempre; en la que cada capítulo es mejor que el anterior”
–C.S. Lewis, La Última Batalla
Hasta que estemos viviendo en aquel lugar donde la historia “continúa para siempre”, Dios ha escrito una historia para nuestras vidas que se tiene que vivir aquí y ahora. Es una buena historia. De hecho, es la historia perfecta. Una que es mucho mejor de lo que jamás nos pudiéramos imaginar. Lo que hace que nuestra historia sea grande y perfecta es que realmente no se trata de nosotros. Nosotros no somos los personajes principales de la historia de nuestra vida. ¡Jesús lo es!
Una de las grandes verdades estabilizadoras de la vida es que el propósito de Dios para mí es que sea como Cristo. O sea, que todo lo que Dios trae a mi vida es por su soberano diseño y tiene la intención de moldear y estampar en mí la vida de nuestro Señor para que otros lo vean, sean atraídos a Él, y le glorifiquen. Lo digo otra vez: “Todo lo que Dios trae a mi vida…”.
Mi primera visita al Departamento de Otorrinolaringología del Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio fue el 21 de febrero del 2017. Me habían recomendado este centro médico después de consultar varias veces con un especialista en otorrinolaringología. Acudí a las citas porque había estado batallando con la voz por un tiempo. A veces, mientras predicaba, repentinamente sentía un dolor fuerte en la garganta que impedía que hablara. El silencio era temporal y luego podía continuar hablando, pero cuando los incidentes empezaron a ser más frecuentes, pensé que sería bueno visitar al doctor. Después de la primera cita, teníamos una muy buena idea de lo que pudiera ser la causa del problema y el tratamiento a seguir.
En el transcurso del año siguiente, me inyectaron en las cuerdas vocales, me hicieron cirugía en las cuerdas vocales, me operaron el estómago (porque pensábamos que el reflujo pudiera estar afectando mis cuerdas vocales), fui a terapias vocales e incluso acudimos a la sala de emergencias después de un procedimiento. Mis doctores eran fantásticos. Doy gracias por todo lo que hicieron, pero nada “funcionó”. Y por “funcionar”, digo que perdí la voz completamente y ningún tratamiento la pudo recuperar.
Mi última visita al doctor fue el 4 de abril del 2018. Era una de esas citas donde ya sabes lo que te van a decir. Después de meterme la endoscopia por la nariz, mi excelente doctora me dijo, casi entre lágrimas: “Creo que vas a tener que cambiar de profesión”. Ya sabía que me lo diría, pero fue como una patada en el estómago. El diagnóstico final: había perdido mi capacidad vocal. Había desaparecido. Todos los que estábamos en el consultorio esa mañana (la doctora, mi terapeuta, mi esposa y yo) lloramos. Habíamos hecho todo lo humanamente posible por cambiar la situación, pero Dios tenía planes diferentes… y mejores.
Han pasado muchas cosas desde el 4 de abril. Concluí mi ministerio como pastor de la Iglesia Bíblica Maranata. Prediqué mi último sermón el 22 de julio. Los compasivos hermanos de la iglesia habían sido tan amorosos y pacientes conmigo. Aguantaron mis susurrados sermones por mucho más tiempo de lo que debieran.
Como se pueden imaginar, Paula y yo necesitábamos consejo y consuelo. Nos reunimos con nuestros queridos amigos, Marshall y Gretchen Fant. En el transcurso de la conversación, Marshall me dijo: “Este es solamente el siguiente capítulo de vuestra historia”. Y eso nos puso a pensar. Hicimos un mapa de la historia de Dios para nosotros.
- Capítulo 1—Predicar como evangelista
- Capítulo 2—Plantar una iglesia en Georgia
- Capítulo 3—Pastorear en Ohio
- Capítulo 4—¿?
No te puedo decir de qué trata el Capítulo 4 porque nosotros mismos no lo sabemos. Desconocemos lo que será la historia, pero sabemos Quién escribió la historia e intentamos confiar en su profundo, profundo amor por nosotros.
Quisiera expresar mi agradecimiento a los doctores y terapeutas que me atendieron. Son un don de Dios. Agradezco por todos los que han orado y continúan orando por nosotros. Gracias por el amor y la paciencia de nuestra iglesia. Doy gracias a mis hijos que están caminando por este valle con nosotros. Gracias a mi preciosa esposa, porque sin ella sería un largo, solitario e insoportable viaje.
Y ahora… Capítulo 4.
Sigue el «Capítulo 4» de la vida de Cary y Paula aquí en Palabra y Gracia, donde estaremos publicando nuevos artículos las próximas semanas.
Cary Grant trabajó como evangelista, plantador de iglesia y pastor. Ha perdido completamente su capacidad vocal. Ahora labora en el Centro para Discapacitados del gobierno estatal de Ohio ayudando a otras personas encontrar empleo. Sigue experimentando el maravilloso Capítulo 4 que Dios ha escrito para él.
Este artículo fue publicado en Rooted Thinking. Este artículo ha sido traducido y usado con permiso.
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